LABIOS SECOS
La piel que recubre los labios es más fina y frágil que la del rostro, y no están protegidos por una capa córnea. No tienen glándulas sebáceas que secretan película protectora y no poseen un sistema de termorregulación debido a la ausencia en esa zona de glándulas sudoríparas. Al contrario, los labios están muy vascularizados. Los numerosos vasos sanguíneos que los irrigan explican su coloración rojiza y acentúan esa fragilidad.
La mucosa labial está poco preparada para protegerse de las agresiones externas.
Sabemos que el invierno trae consigo el frío y sus agresiones. Los labios, una zona vulnerable por excelencia, son su primera víctima: se deshidratan y se agrietan fácilmente con las bajas temperaturas. También se ven afectados cuando se habla respirando con la boca abierta, se prueban comidas muy frías o muy calientes, y no se toma suficiente agua. Así cada minuto del día, los labios van perdiendo su humedad y se van abriendo pequeñas grietas en ellos hasta que finalmente se parten o quiebran.